Lo que el fast fashion NO te quiere mostrar

Lo que el fast fashion NO te quiere mostrar encabezado

Hacer que la ropa sea accesible es importante, pero el fast fashion está matando a la gente y al planeta. Entiendo perfectamente que invertir en una marca sostenible y ética requiere unos recursos que no todo el mundo tiene, pero tenemos que ser conscientes de las consecuencias de apoyar a marcas de fast fashion. No podemos seguir ignorando esto. Ahora es más importante que nunca utilizar nuestra influencia para abogar por el cambio.

Aunque, como ya he comentado, no estoy del todo en contra del Black Friday, no puedo ignorar sin más lo que está ocurriendo estos últimos días, desde marcas que han ampliado sus descuentos hasta principios de diciembre hasta otras que han estado regalando su ropa, demostrando una vez más lo poco que valoran estas marcas de fast fashion la ropa, los trabajadores de la confección y todos los habitantes de la Tierra que pagarán el precio de su irresponsabilidad.

Pretty Little Thing vende su ropa gratis

Durante el fin de semana, la marca de moda rápida Pretty Little Thing, propiedad de Boohoo, vendió ropa con un descuento de hasta el 100%, demostrando un desprecio total por el verdadero coste de la ropa. La ropa cuesta dinero, recursos, mano de obra, embalaje, etc. Esto ya no es ayudar a la gente a comprar algo que necesita desde hace mucho tiempo a un precio más asequible. Esto es explotación. Esto me hace preguntarme… ¿Cuánto ganarán sus trabajadores para que Pretty Little Thing pueda regalar su ropa?

Si ya consumía muy poca moda rápida, dejé de hacerlo por completo cuando muchas de mis marcas favoritas decidieron no pagar por sus pedidos durante la pandemia, dejando a las fábricas sin otra opción que destruir o quedarse con los productos no deseados ya fabricados y despedir a sus trabajadores en masa. Nuestra ignorancia nos ha llevado a comprar en un sistema construido basado en la violación de los derechos humanos.

Situaciones infrahumanas como estas también han ocurrido cerca de casa. Los trabajadores de Leicester que confeccionan la ropa destinada al gigante de fast fashion Boohoo cobraban tan solo 3,50 libras por hora en 2020, a pesar de que los beneficios aumentaron un 54%, cuando el salario mínimo era de 8,72 libras por hora, como reveló una investigación encubierta del Sunday Times. Y como no eran lo suficientemente crueles, obligaron a sus trabajadores a seguir trabajando durante el confinamiento arriesgando las propias vidas de sus trabajadores de la confección.

Boohoo es el minorista de fast fashion con más crecimiento del Reino Unido, siendo creada en 2006 por Mahmud Kamani y su socia Carol Kane, siendo ahora valorada en más de 4.300 millones de dólares. Desde el principio, el modelo de negocio de Boohoo se basó en ser ultrarrápido y ultrabarato; cada semana se añaden miles de estilos nuevos en su sitio web con un precio medio de 17 dólares. Nunca accedieron a PayUP y han ignorado completamente al Centro de Recursos de Derechos Humanos y Empresariales, según Remake Our World.

Mientras sus trabajadores de la confección sufren y los ejecutivos de la moda ganan miles de millones, convierten su ropa sobrante en veneno para el medioambiente, donde todos pagamos el precio.

Remake Our World

Shein Hauls está haciendo nuestro planeta inhabitable

Si has estado cotilleando y comprando en TikTok, probablemente conozcas la tienda de fast fashion Shein. De hecho, Shein es también una de las marcas más comentadas en Instagram y YouTube, siendo la web de fast fashion más visitada del mundo, según la plataforma de análisis web Similarweb.

La popularidad de Shein ha crecido gracias a los hauls masivos que dominan absolutamente todas las redes sociales, en los que la gente suele desempaquetar una caja de 50, 100 o 200 prendas solo por entretenimiento. Cuantos más artículos haya en el haul, mejor, incitando a la compra impulsiva.

Shein se lo pone aún más fácil a los que quieren crecer en las redes sociales rápidamente sin mucho esfuerzo a través de su ”programa de bloggers de moda”, en el que ofrecen prendas gratis por valor de 40 hasta 200 dólares cada mes. Siendo su estrategia principal, se mantienen en tendencia todos los días, ya que según su CEO, Molly Miao, la empresa pone a la venta entre 700 y 1.000 novedades al día. Sí, has leído bien: AL DÍA.

Shein es una marca que nunca recomendaré. Mientras que la página de responsabilidad social de Shein en su sitio web declaraba que nunca, jamás, se involucra en trabajo infantil o forzado, no ofrecía la transparencia necesaria. De hecho, Reuters informó de que, hasta hace poco, el sitio web de la marca afirmaba falsamente que sus condiciones de trabajo estaban certificadas por organismos internacionales de normas laborales.

¿Qué tiene Shein de malo?

Más es más. Con el lema “#dailydrops: 1000+ nuevos estilos añadidos” en la página de inicio, el surtido de Shein empequeñece significativamente al de sus competidores y sigue creciendo. Aunque la pandemia hizo que la llegada de productos se redujera, el número de estilos disponibles actualmente en el sitio web de Shein en EE.UU. superó al de 2020 en un 153% y al de 2019 en un 370%, según informaron los expertos de EDITED.

Shein está tan por delante de competidores como H&M, Zara y Assos, que es difícil compararlos. En teoría, se puede comprar un conjunto completo, incluyendo zapatos y accesorios, por menos de 30 dólares. El pasado mes de octubre, Reuters informó de que los inversores creen que “Zara va a ser aplastada por la moda rápida 2.0”, porque marcas como Shein son capaces de llegar a millones de compradores jóvenes directamente a través de las redes sociales. Pero pagar estos precios tiene un coste. La respuesta es muy sencilla: las cadenas de suministro.

Además de las condiciones en las que trabajan sus trabajadores en empresas como Shein – y Shein en concreto también ha sido denunciada en múltiples ocasiones por diseñadores independientes, que acusan a Shein de robarles su trabajo -, a veces nos olvidamos del impacto medioambiental de la moda rápida. La industria de la moda rápida es responsable de más del 10% de las emisiones de carbono y consume aproximadamente 100 millones de toneladas de petróleo cada año. El poliéster virgen es una parte fundamental de estas cifras.

Solo la producción de poliéster genera unas emisiones anuales de gases de efecto invernadero equivalentes a 180 centrales eléctricas de carbón, lo que supone unos 700 millones de toneladas de CO2 al año. Los informes estiman que esta cifra podría duplicarse de nuevo en 2030. Las marcas de fast fashion como Shein son malas tanto para las personas como para el planeta.

El desierto de Atacama en Chile

La sobreproducción nos afecta a todos y especialmente a las comunidades de lugares como el desierto de Atacama, en Chile. Seguro que ya has visto las horribles imágenes de más de 39.000 toneladas de ropa desechada en el desierto de Atacama en Chile. Este es el coste de nuestra sobreproducción y sobreconsumo en la industria de la moda. Toda esta ropa llega de todo el mundo. El ser humano está provocando la desaparición de la vida en la Tierra.

Aljazeera estimó que hasta 59.000 toneladas de ropa llegan cada año al puerto de Iquite, en la zona franca de Alto Hospicio, en el norte de Chile, desde jerseys de Navidad o botas de esquí hasta medias, disfraces de Halloween, cualquier prenda de la industria textil. Por desgracia, la ropa puede tardar cientos de años en biodegradarse, si es que lo hace, y a menudo, cargada de productos químicos.

El fast fashion es la segunda industria más contaminante del mundo, junto a las grandes petroleras. La industria de la moda es un negocio complicado y abarca muchos pasos en el camino, desde la materia prima, la fabricación textil, la creación de esa prenda, el envío, la venta al por menor, el uso, y con ello, sus respectivos lavados que, si la prenda es de poliéster, acabará en el océano o incluso en el aire, y en última instancia – algo en lo que no piensa absolutamente nadie, incluida yo – la eliminación de la prenda.

Sin embargo, la responsabilidad no solo recae en el individuo. Está sobre todo en las marcas de fast fashion, en las grandes empresas y en los CEOs, den un paso adelante. Dejen de producir tanto. Hay demasiada ropa para cada uno de nosotros. De media, compramos entre 60/80 prendas al año. Si la pandemia nos ha enseñado algo, es que no solo es una industria muy cruel, sino que no hay necesidad de tener tanta ropa. Esto se está saliendo de control y no hay necesidad de seguir produciendo a este nivel.